A diario y de formas distintas me encuentro con expresiones despectivas sobre la discapacidad. Éste es un tema que me toca muy de cerca porque tengo una hija de 15 años diagnosticada con retraso mental, lo cual es un estigma en nuestra sociedad.
Si alguien, voluntaria o involuntariamente, desea ofender a una persona porque lo considera torpe o incapaz de manera natural lo llama «retrasado mental», sin pensar en las repercusiones que esto tiene.

Ni cultural ni socialmente estamos preparados para las diferencias, ni para hacer de la diversidad algo que nos nutra o enriquezca como seres humanos. En términos generales ni las escuelas, ni los espacios públicos, ni los lugares de entretenimiento están diseñados y/o habilitados para atender necesidades especiales. Y si bien es cierto que éste es un aspecto que se vuelve central para el desarrollo de quien tiene alguna condición específica relacionada con la discapacidad, hay muchos otros que mejorar para apoyarla.                                                                                                                                                                   TODOS somos distintos de alguna forma, pero la discriminación que sufren quienes tienen alguna discapacidad, aún tiene poca visibilidad.

Con respecto a esto hay muchísimo por hacer en distintos terrenos. Dos que me parecen muy importantes son el de la información y el de la inclusión.
Por un lado, casi siempre tememos a lo que desconocemos. En la medida en la que no conozcamos qué implica tener una condición de discapacidad, cómo manejarla, qué limitaciones nos impone, qué alcances nos permite tener, estaremos frente a escenarios inciertos en los que ni siquiera sabemos cómo conducirnos con alguien que tiene una discapacidad.
Por otro lado, la inclusión no es algo que se construya de la noche a la mañana. La inclusión es algo que debe ir germinando en los hogares, en las escuelas, en las reuniones y en todas las esferas que nos rodean. No debemos sentir lástima ni tristeza por quienes tienen discapacidad. La inclusión es una forma de ver y vivir la vida que implica darle la misma dignidad a todos los seres humanos.

Hay tanto por hacer …Pero quizá podemos empezar a labrar el camino siendo mucho más conscientes y no emplear «retrasado mental» como un insulto.

Colaboración: Lucero Luévano Cayón